domingo, 24 de febrero de 2008

Probemos…buen día, por favor y gracias

Buenos días, por favor y gracias que tenga un buen día, son algunas de las frases habituales que tendremos que reincorporar a nuestro vocabulario de buenos y verdaderos anfitriones, en un intento de recuperar ese buen trato que supimos tener con todos aquellos que nos eligen año a año como destino para pasar sus vacaciones. Lejos de convertirnos en obsecuentes vacíos de contenido, es una condición inexorable para comenzar a hacer las cosas que hacen falta, manteniendo como objetivo recuperar a aquellos que suelen comentar “el maltrato recibido por quienes tenemos el rol de embajadores de toda una población.”
Es bueno reconocer, en una autocrítica seria, que ambos actores, turistas y anfitriones, debemos mantener una relación de mutuo respeto y ser solidarios en el trato, porque muchas veces confundimos este respeto y buen trato con eso que dicen los jóvenes, “una cosa es que sea amable, atento, educado y otra que me quieran usar de forro…. No voy a ser forro de nadie….”
Todos solemos tener nuestros días malos, inclusive quienes nos visitan, quizás porque el clima no acompaña, y no sabemos que hacer con los chicos, en especial este año porque no nos terminamos de acostumbrar al cambio de hora, o simplemente porque el marido miró una linda cola y su mujer lo pescó in fraganti; es ahí donde tenemos necesariamente que convertirnos un poco en psicólogos, y en ese saludo inicial intentar evaluar el estado de animo de nuestros clientes, es parte de la ceremonia que describe el manual del verdadero anfitrión. “La paciencia” es otro de los ingredientes infaltables a la hora de conectarnos con nuestros clientes, no podemos dejar de tener en cuenta que quienes vacacionan, es el tiempo lo que les sobra, claro que es ahí donde surge una gran paradoja, “la impaciencia” de algunos clientes que no supieron bajar del ritmo habitual de su lugar de origen. Que lindo sería llegar al equilibrio en el trato anfitrión – turista donde existiera respeto, educación sin sobrepasarse en los derechos corrientes y por otro lado brindar cordialidad, un deber de anfitrión sin intentar sacar ventajas desmedidas, que terminan con una relación bilateral que debe existir en nuestra calidad de anfitrión – visitante. Buen día, por favor y gracias, probemos, no es difícil. Hasta la semana que viene, solo si Dios quiere.